Un día me dijo que si quería ponerme un negocio

Ya hace unos siete años que mi tata me dijo que pusiera un negocio, no es que a él le molestaba que yo tuviera un empleo, aunque llevaba meses ahí, ni yo lo veía estable, quería hacer más, pero no tenía un rumbo fijo, aunque comencé dando el primer paso con una impresora láser, aún me duele haber vendido un gran grueso de revistas a Moras Book para poder financiar ese primer proyecto. Era muy atarantado en ese mometo, quería entrar en el negocio del diseño, pero sin experiencia nunca iba a entrar a alguna agencia de nombre, tampoco había terminado la carrera. No tenía nada que perder, el restaurante no iba a ninguna parte, el super de mi tata había llegado a un punto sin mucho avance, así que me dispuse mi base de operaciones ahí, hice artes de facturas y tarjetas a un color para mi hermano, sus clientes le pedían papelería y por eso algunas imprentas se dieron cuenta de mi existencia.
Al tiempo, me di cuenta que las dos cosas no combinaban, "diseño de afiche full color con titulares y fotografías en ángulos aéreos, agréguele una botella de salsa de soya". Entonces me fui, volví a intentar el diseño pero en una tienda para regalos y chunches... no funcionó.
Volví a tener empleo y clientes que atendía a domicilio hasta que se presentó una oportunidad, era un local que estaban dejando no sin antes meter el derecho de llave, aunque era alto, el cálculo para lo que podría producir era suficiente. Me enbarqué con el negocio que esta vez era todo mío.
Coloqué lo que más sabía hacer, diseño, computadoras, servicio de ploteo que quedó de un negocio que no había comenzado, en esos momentos no tenía un cinco, todo mi capital se había invertido en el ploter, mi tata se ofreció a prestarme tres melones para el inventario, el derecho de llave, la remodelación y los demás equipos. Era finales de Diciembre y los pronósticos no estaban a mi favor, pero abrí todos los días, no cerraba ni para el almuerzo, mi madre me llevaba tallarines por la mañana y arroz en la tarde, no me faltaba nada. Cerraba para ir al baño en los grandes momentos.
Comencé sólo, lo cual no me gustaba, porque todavía seguía con algunos clientes de publicidad que tenía que atenderlos a domicilio, aunque ofrecí compartir una sociedad con un amigo, este lo vió muy diferente a lo que quería en la vida, por eso en algunas tardes algunas de mis hermanas me cuidaba la tienda mientras me iba donde el cliente. Poco a poco me fui llenando de clientes específicos de diseño y corte en ploteo, haciendo que mi presencia fuera cada vez más indispensable frente a la computadora.
Al año de tener el negocio y libre de deudas, me envalenté e invertí en varios negocios que no dieron frutos, me di cuenta que las personas a los cuales les encargo el negocio aunque les diera toda la ganancia, no les interesa salir adelante y prosperar. Me rendí, otra vez con deudas me organicé para trabajar por mí, para mí, y conmigo.
Eso no duró mucho tiempo, conocí a la mujer que sería mi esposa, ella me dió las ideas y el valor para anclar más el negocio y el tipo de vida que quería llevar... nos endeudamos todavía más. Nunca me había endeudado tanto en la vida, debíamos todo: la casa, el carro y las máquinas... impresoras de alto formato para rotulación. Desde entonces hemos trabajado duro, mi esposa siempre está a mi lado en cualquier trabajo que se ha presentado.
Me gustó mucho el arranque del negocio desde cero, hay algunas veces que me gustaría volver a empezar para sentir las desveladas, el correr para chinear algún cliente, preocuparme por apartar el dinero de la renta, o miar en el baño con la cabeza fuera vigilando la tienda.
Pero con un hijo pequeño, sólo puedo recordarlo y decir que me gustó.